Entra el delirio con la luz anaranjada que se escurre por debajo de la puerta,
y susurra… tan sutilmente que sólo el destino puede entender lo que ha dicho,
lo que hará en un cuerpo sumido en la guerra eterna que se libra en su cabeza entre la realidad y lo onírico,
entre la realidad y lo que reconoce como su vida… la ilusión.
La esperanza de los sueños.
Sueños hechos realidad.
Y mientras tanto te miro porque aunque no te vea sé que estás ahí,
puedo sentirte,
escucho tu respiración pausada y profunda y tu olor…
tu olor.
Te estoy mirando,
fijamente
como si pudiera traspasar tu muro de desconfianza con mi seguridad,
con mi firme convicción de que tú sólo tienes miedo de querer tanto que vuelva a dolerte.
Y otra vez…
otra vez.
No podrás evitar que camine descalza por la arena mojada de tus pensamientos,
de noche,
porque a plena luz del día cualquiera podría ver un indicio en tu mirada,
¿verdad?
algo descifrable…
que pasea por la orilla del mar… bravo de tus sentimientos.
No podrás evitar los recuerdos,
ni debieras…
fue y es tu vida,
aquello que recuerdas lo viviste.
Entras con la luz anaranjada que cabe por mi ventana cubriéndote con las cortinas rojas esa impúdica mirada,
ese descaro que desgarra y pretende disimular tu penitente temor, vulnerable,
salvaguardar tu alma…
Duerme con la calma.
No podrás controlar quién juegue o no con la arena de tus playas o los poros de tu piel…
pero sólo será un sueño
y los sueños sueños son.
“Porque sueño yo no lo estoy…
Porque sueño, yo no estoy loco”
Duerme y descansa.
Con la Calma.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
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