martes, 29 de abril de 2008

Déjà vu, je vois, j'ai vu

Hasta que no tuve el privilegio
de oírtelo decir a gritos
creía firmemente no saber lo que pasaba,
igual que los clientes de las mesas de al lado,
del fondo
y los de, puede, dos o tres países extranjeros.


Pero una vez pasada la tormenta
tuve la puntiaguda sensación en el estómago
de que ésta escena llevaba meses
repitiéndose sin que yo me diera cuenta,
como no es uno consciente del aire que respira
hasta que alguien llega y se lo cambia.


Qué le voy a hacer,
éstas cosas son así gran parte de las veces.

Me paro a verlo, rebobino,
vuelvo a verlo
y aunque me sepa los diálogos,
me río de los chistes.

jueves, 24 de abril de 2008

En la habitación del revelado

Tengo tu foto cerca para poder tocarte la cara y ponerme a contar siempre que quiera.
Son tantas...
y yo tengo tantas ganas...
La tengo cerca para poder olerte sin que te des cuenta,
para pararme en los semáforos cuando se ponen más rojos que el corazón que guardo en mi puño.

Y te beso.
Te beso de lejos porque no te tengo.
Pero lo hago.
Lo hago porque aún quiero hacerlo.

Tengo otra foto al lado para ponerte esa cara cuando me mires,
para que caigas,
no me soportas la mirada…
Es una foto ilusa… siempre mira al mismo sitio... y por eso puedo poner esa cara tantas veces como quiera.
Guardo tu caligrafía,
tan parecida a la mía… para poder ver recuerdos escritos en una mesa o en la luna del coche… que esta noche brilla de una forma diferente… tan blanca y tal alta…
Tengo tus fotos porque en papel no te puedes tapar las orejas,
porque en papel nunca te vas ni te despides,
sólo te quedas ahí…
permances...
mientras te miro a los ojos sin que me veas.
Y aunque no puedas oírme yo te hablo,
muy bajito,
al oído para que no se escapen las palabras y puedas entenderme.

Y te beso.
Te beso de lejos.
Beso tu recuerdo mientras espero.
Y puede que deje de esperar.
Y quizá te siga besando igual.
Hay besos que uno no puede controlar, y yo tengo tu foto cerca, para poder cantarte mal y equivocarme, para guardarte los silencios mientras pienso de vuelta a casa.
De vuelta de todo... de vuelta de nada.

Y aunque tú no lo sepas…
Yo te beso.
Te beso de lejos porque no te tengo…
Te beso en silencio porque aún lo siento.

martes, 22 de abril de 2008

La escalera de los mil peldaños

- No importa. ¿Estás bien?

- No.

- ¿Qué te pasa?

- Estoy pensando en dejarlo todo.

- No jodas…

- Sí.

- Antes de preguntar por qué tengo que decirte algo: me dolería mucho que te fueses. Puede que tengas razones, pero yo en esta ciudad me siento a gusto gracias a gente como tú.

- No me veo capaz.

- ¿Y qué? Esa es la visión que tienes ahora, pero inténtalo más tarde, por favor. Esta vida que vives es un sueño…

- No puedo seguir así. Quiero estar bien, y lo demás no importa. La verdad es que no quiero hablar de ello.

- De acuerdo. Pero algún día me tendrás que explicar todo. Últimamente te veo mal con mucha frecuencia.

- Te lo diré cuando todo esté bien.

- Hoy cuando te vi, estabas llorando, ¿no?

- Sí.

- Pues te juro… te juro que hoy… habría estado abrazándote durante una hora. Pero me eché atrás cuando se acercaron a ti dos amigas. Pensé que tres personas serían demasiadas personas. Pensé que podía tratarse de la muerte de algún familiar, pero preguntar acerca de un hecho del que te acabas de enterar es retroceder y volver a pisar la misma mierda de nuevo. Pensé simplemente en preguntarte qué te pasaba, pero me pareció una pregunta tan larga de contestar, que metí mis manos en los bolsillos y me fui.

- Bueno…

- Pero tú no tienes que pensar nada. Si estabas nadando en el mar y te cansaste, ponte en plancha y déjate llevar. En esos momentos no tienes que mirarte a ti y a tu desgracia, sino a tu alrededor. Observar, y recapacitar: ¿Qué tengo? ¿Soy feliz?

- Ya…

- Llevo todo el día inquieto, triste. Pensando en por qué llorabas esta vez. Pero comprendo que mi preocupación pueda resultar asfixiante. Por eso, si alguna vez actúo torpemente, perdóname. Se deberá sólo al desconocimiento de la causa real.

- No hay nada que perdonar, lo sabes. Todo esto va mucho más allá…

- ¿Cuántos besos te han dado hoy? Espera, no contestes, seguro que más que a mí. ¿Cuánta gente ha venido a dártelos? ¿A cuántos se los has pedido? Piensa en ello y no te apagues, porque tu llama comparte mecha con mi llama, y si tú te vas, sólo quedará una triste vida que quemar en soledad. Todo el mundo es feliz a tu lado. Contagias felicidad. Mi buen año en la empresa quizás se deba a ti y al buen humor que has mantenido durante tanto tiempo.

- Me alegro, de verdad, pero no puedes acompañarme cada vez que yo…

- Ya, no puedo pero así ocurre. No te estoy chantajeando. No te obligo a que seas la de antes para que yo también pueda serlo. Por favor, sonríe aunque no tengas motivos. Sonríe por que nada pueda ser peor. Pero no pierdas esa sonrisa que te alimenta. Que nos alimenta a los que estamos a tu alrededor. Y ahora que me acuerdo, ¿tú no deberías estar de viaje?

- Sí, pero como ya te he dicho, lo he abandonado todo.

- ¡Pues no! ¿Qué haces que no luchas por tu propio bienestar? Lo más importante para ti eres tú. ¿Y sabes quién más? Tú. Llama a los chicos, hazte una cura de amigos. Queda con ellos. Han estado ahí siempre. Proponles cambiar el plan. En lugar de salir a tomar unos vinos, busca algo más interesante. Encuentra esa sensación que tenías cuando estabas rodeada de tus amigos, de tu gente importante, esa sensación que te transportaba a otra dimensión, a la que has llegado sin intercambiar palabra alguna con esas personas. Una habitación, tu gente, el silencio.

- Suena un poco raro, ¿no crees?

- Si, pero ¿a que te gustaría sentirlo de nuevo?

- No sé…

- Quiérete y piensa en lo que tienes. Muy mal tienes que estar para decir que tu situación ahora es una mierda. El trabajo te va mejor que nunca, estás de vacaciones, tus amigos arreglaron las suyas para iros de viaje todos juntos. Tienes los mismos amigos de siempre, e incluso más. Has madurado. Las huellas que has dejado en el camino no importan, no importa cómo has llegado hasta aquí. Sólo piensa que todo ocurre por una razón, y aunque me cueste creer que los problemas ayudan, es cierto. En realidad los problemas no ayudan, joden más que ninguno. Pero la manera de superarlos es lo que te hace crecer.

- Tocada y hundida jejeje.

- Repito: quiérete, vales mucho. Aparte de ser una mujer guapísima, contagias la felicidad con el movimiento de un solo músculo de tu cuerpo. El más leve parpadeo, la mirada retenida durante el tiempo preciso. No conozco a nadie que sepa hacer todas esas cosas tan bien como tú. El mundo está harto de cenizos, y las personas necesitan que se les recuerde de vez en cuando por qué están aquí. Recibir un motivo por el que levantarse por la mañana. Fuerza para superar los problemas. Y tú eres la pieza más importante de la cadena. Eres vital para muchísima gente. ¿O hace falta que te mencione el nombre de…?

- Sí, ya sé quién es.

- ¿Sabes? Cuando alguien se tropieza, el cerebro analiza durante un instante el material sobre el que el cuerpo va a caer para preparar la defensa. Tu cerebro en cambio, no se acuerda de que nunca tendrá que hacerlo, porque nunca te dejaremos tocar el suelo. Tienes a un batallón de gente pendiente de si has dormido bien, de si has comido, de lo que sea. Eso no es invento de los demás, sino tuyo. El cariño que diste se te devuelve con creces, las personas agradecen con todas sus fuerzas el poder estar junto a alguien como tú. Tienes suerte de ser así, de tener gente que te quiera, tener quien te pregunte cada día ¿qué tal estás hoy? Es muy raro encontrarse gente como tú que lo dé todo, y la especie humana tendemos a conservaros con recelo.

- Ah, bien, ¿ahora me llamas marciana? Jajaja

- Jajaja si, eres una marciana de antenas verdes y un don. No lo pierdas por muy grande que sea la montaña de problemas. Tu don es la sonrisa. Esa sonrisa que conquista a las personas. Esa gente es tu don. ¿Y sabes? Mucha gente nos dimos cuenta.

- ¿Y por qué crees que pasa eso con mi sonrisa?

- Por ejemplo, es estúpido, pero cada vez que pronuncio tu nombre en voz baja casi a punto de dormirme me escuecen la nariz y los ojos, y pienso ¿cómo he podido tener tanta suerte? ¿Hacía cuánto no encontraba este tipo de gente por el mundo? El otro día vino a cenar una buena amiga y vio tu foto en el salón. Me preguntó por ti, y dijo algo que me sorprendió, porque fue lo mismo que pensé el primer día que te vi: “esa chica es mágica”.

- Muchas gracias por todo lo que me has dicho, pero ya es suficiente. Me voy.

- ¿Cómo? ¿A dónde?

- A prepararme.

- ¿¿Qué?? ¿¿Prepararte para qué??

- Prepararme para volver a ser esa chica de la que has estado hablando. Puede que tarde semanas, tal vez meses…

- Pero… qué vas a…

- Voy a hacer el mayor truco de magia jamás visto.

- Por favor…

lunes, 21 de abril de 2008

Presos de Morfeo

No podía ver nada más allá de sus sueños, nada que no fuera su desbordante imaginación topándose con sus párpados cerrados, tan oscuros por dentro… tan sumamente blancos por fuera.
No podía ver nada físicamente pero sentía bullir dentro de ella algo inmenso.
No podía ver nada… pero sí que podía oler, y ese olor era inconfundible, Su olor, su tormento. Podía sentir, podían estremecerse sus entrañas cada vez que Su mano o Su aliento se acercaban a su nívea piel.
Podía percibir los movimientos, Su sombra inquieta delante de una pequeña lámpara.
Siempre pensó que esa luz tenue les daría la suficiente intimidad como para verse por dentro sin ruborizar sus sentimientos.

-Hoy quiero verte un poco más cerca… un día me contaste como se mezclaban al girar los dos colores de tu peonza cuando eras pequeño, lo orgulloso que te sentías del color que habías conseguido. Pintabas tu infancia dando vueltas. Sigue hablando, y pinta mi veintena dándome la mano.

Él estaba sentado al lado del sofá donde siempre se quedaba dormida ella entre mantas, pañuelos y libros a medias. Quería ser el poeta de sus versos, escribirle cartas en su blanca espalda, contar lunares como un lunático… una y otra vez… el número variaba, igual que el ritmo de su respiración.
Sólo la contemplaba dormir. No quería hacer nada más en ese momento. Cómo algo tan simple podía mantenerle tan sumamente ocupado era una de esas sensaciones que uno no quiere olvidar. Como cuando puedes pasar horas tocando el pelo y la cara de otra persona con la ilusión de la primera vez y la precisión de la última…
Sólo la contemplaba…
mientras ella salía del sueño poco a poco, mezclando todavía el olor real de él con los recovecos explorables de lo onírico.
No abrió los ojos.
Podía sentirle justo al lado, y aunque no le veía, pensó que durante el pequeño rato más largo del mundo dejaría que la mirara… tanto tanto que soñara sus sueños y pudiera entender lo que bullía por dentro.
Era algo inmenso.

domingo, 20 de abril de 2008

Una llamada

¿perdida?

viernes, 18 de abril de 2008

Redención

No puedo sentir... bajo mi mano fría
sólo está tu espalda imaginada,
mi guitarra,
y el arma blanca de tu palabra
escrita en una última carta.

No quiero sentir, bajo mi mano fría,
la forma de tu cara y tener que pensar
que ya no me darás nada
que no puedo esperar nada
que no debo querer nada... más.

Y bajo mi mano tiemblan de frío los anhelos,
se han congelado los sueños hasta próximo aviso,
y tengo que guardar mis besos en un cajón...
esperar sin esperanza...

Mírame a la cara
¡Mírame!
...ábrelo...
Yo...
sólo quiero abrir ese cajón...
¡Y escucharte decirlo alto!
"Perdón"

miércoles, 16 de abril de 2008

Young Lust

Lo último de ayer
es lo primero de hoy.
Lo primero de ayer
es lo último de hoy.

Cansancio, realidad, placer.
Al abrir los ojos y encontrarte
con que practicamente
has vuelto a nacer
al lado de un arbol
que tu mismo plantaste ayer.

Adiós, ¿es esto lo que necesitas?

Aún no me ha quedado claro.

Metales nobles

Qué puro tu amor sobre la mesa,
como un ídolo rojo
tibio y firme entre mis manos.

Qué oscura tu voz entre las rocas
cuando a ráfagas de luna
me hablas desmayada.

Qué felicidad de ser dos vagabundos
sin tener que darse citas previas,
sin saber leer los mapas
ni doblarlos.


Y lo inhóspita que es a veces la memoria
cuando tiene que olvidar las cosas por las malas.