martes, 20 de mayo de 2008

Sueño sin dormir, Alhambra.

Subida al tablao flamenco
se tornaron mis ojos negros,
piel azabache
alma gitana.
Y bailando mis recuerdos entre los volantes de la falda
hacían llorar al mantón negro que colgaba de mi cuello moreno,
de la utopía que unía mi cabeza al cuerpo.

Taconeaba sobre la madera hinchada de historias
cuando al volver la cabeza vi tu cara entre la gente,
tu mirada absorta.
Tu asombro...
que no comprendía.
Tu boca...
muda.

Subida al tablao flamenco
bailé tu agua y canté a tu risa en silencio,
con los volantes
con los recuerdos.
Y no podía creerlo,
no podía apartar la mirada...
¡ay si te perdía...!
No podía, si te miraba, bailar entre gitanas palmas.

Negro azabache, ojos de gata...
ya no escuchaban mis oídos ni aquel ritmo de guitarra,
sólo escuchaba gritar al alma
que fue el Destino quien te llevó a Granada.

miércoles, 14 de mayo de 2008

A solas con la luna enluquezco

En la solemnidad de un paseo a solas bajo las farolas antiguas
dejé escapar el suspiro contenido que le robé a un mendigo para aligerar su pesadumbre,
el quejido quebrado que había quedado atrapado entre las sombras de esa noche,
el maullido del gato negro que se cruzó en nuestro camino por los tejados viejos.

Y fue el silencio la respuesta,
fue el esperado regalo envuelto con la desesperación,
con la desazón como lazo opresor de un cuidado presente:
"para ti pequeña, con todo mi empeño;
tu cuarto menguante,
tu cuarto creciente… "
aquel cuidado presente…
la luna llena de ti.

No poder concentrase en un solo pensamiento,
perderse para encontrarse,
y sin cruzar ni una mirada sentir que la calle está tan llena de todo que no cabe ni una lágrima más en el suelo…

-Ríete niña, que el aire sostiene tus sonidos y aguanta tus sueños,
que si no hay lugar en el suelo no puedes llorar,
pero siempre que rías él te va a escuchar.

Sentada en Portugalete y sin nadie por la calle
comencé a tratar con la luna,
a escuchar sus miserias,
a celebrar su dulce condena
de cruzarse con el sol todos los días del año…
ay…
de cruzarse con el sol sin poder dormir en sus brazos.
Y en ese banco,
y en esa madrugada,
quise dormir a los miedos que flotan en agua salada
y que percuten alrededor en una danza sagrada que cada cual vive a su modo.
Y en ese banco,
aquella madrugada
solemne
sola
soñé despierta con un simple descuido,
con un encuentro fortuito,
con tu aliento en mi cuello...
con un mundo más bonito.

lunes, 12 de mayo de 2008

Desconocimiento de causa. Me ahogo en un vaso de agua.

Soy un compendio de tus noches perdidas, de tu falta de sueño y de largas madrugadas fantaseando a oscuras.
Soy el estruendo en tus oídos y el silencio de tu pensamiento perdido.
El eco de mi voz llamándote a ciegas se mezcla con el escándalo de mi risa en tu cabeza cuando menos te lo esperas.
Y lo buscas,
lo encuentras,
lo pierdes.
Y vuelves a recordar… lo tienes.
Lo tienes.

Soy la tenue luz que no sirve para leer, pero que tú pusiste en tu habitación para alumbrar la intimidad de tus solsticios, cuando apenas te mueves creando en tu letargo mi noche más larga en invierno y mi día más largo en verano, y mientras yo te espero…
te espero en el embarcadero de las horas muertas mejor aprovechadas.
Soy la mirada impúdica que al reflejarse en tus pupilas me sonroja de pies a cabeza,
los ojos de niña que enredan tu pelo de lejos para atar mis manos ante la opción de perderme…
Soy lo más opuesto, y aún así guardamos parecidos,
los más parecidos.
Estamos perdidos.
Y tú eres.

Soy el reloj parado de tus años,
el tiempo que no pasa para tu mente perenne,
la bala en la recámara
y tus canciones mal cantadas.
Soy el desastre que intenta poner orden en medio del caos, en medio de un cielo negro antes de que se apaguen sus estrellas.
Y fugaces o no… estrellas al fin y al cabo.
Soy el desastre que pone orden a los momentos comunes,
un galimatías de reducido tamaño que se hace manejable.
Y con el tiempo
y con el conocimiento
cada debacle encuentra su posicionamiento,
su lugar en un espacio tan sereno como los silencios llenos de los que hace gala cada vuelta a casa.

Sin la cabeza gacha, siempre mirando hacia adelante,
descolocando lo correcto a fuerza de señales y de besos,
de gritos inquebrantables,
de voces rotas ante las palabras fuertes.

Soy lo que soy sin remedio y por fortuna,
soy lo que ves,
lo que te asusta.
Lo mismo que te salva y te acompaña adonde quiera que vas
dejando el mismo espacio que exige la libertad.
Espacio infinito entre dos manos pegadas,
y sigo siendo.
Y soy el koala en tu espalda,
tu calor,
tu manta,
la contradicción más grande jamás creada;
el témpano de hielo que se funde entre tus brazos,
que deja gotas frías,
que sacia la sed del hombre más cansado.

Soy el mar de mi naufragio,
yo...
soy mi propio vaso,
el agua que rebosa y precipita en los misterios ya secos.

Soy el mar… en calma
de las playas más templadas.
Ni frio ni calor.
Tú eres. Soy.

jueves, 8 de mayo de 2008

Un día... mágico

Aprobar el teórico, salir por la noche a celebrarlo, que tu amigo se declare a una amiga y que la respuesta sea negativa.

Vuelta a casa, pero el sentimiento de decepción ahí sigue. Cojo papel, boli y la guitarra acústica. Entonces a las 06:30 de la mañana comienza a dictarme los flashes que tiene ahora mismo en la mente y los voy anotando. Las palabras suenan desgarradas, con tristeza, con...

Con blues.

Tocar blues en la calle con tu amigo de madrugada sintiendolo más que nunca, cantando con las lágrimas en los labios.

Gritar y que te importe lo más mínimo cualquier vecino que pueda despertarse.

Controlar tú tu vida y no dejarte llevar por las circunstancias. Un momento que hubiera pasado a su historia como un día trágico se convirtió en algo memorable.

Y al día siguiente, las penas flotaban en el aire. Y ya no había nada que temer.

domingo, 4 de mayo de 2008

Reservado

Cuando dije que sería complicado me refería exactamente a eso,
ni más ni menos complejo que lo más arduo que me habría imaginado en aquel momento.
Pero no me hacía una idea cercana,
aproximada… hasta que mi entendimiento también se vio vulnerado
y se cayó de la mesa en la que estábamos cenando.

El mismo impulso araña una y otra vez los labios y la cabeza,
y cuando de tanto tragarlo te rasga la garganta,
el vino que bebes para aliviarlo no hace sino teñir de rojo hasta los ojos…
llorosos…
... los ojos.

-Ahora vengo, no tardo.
-Tranquila, a mí no me pasa lo mismo que a ti cuando te quedas sola. Te espero.

Me levanté serenamente,
y dejando la servilleta sobre el mantel caminé hacia el baño con la esperanza de que al verme la espalda fueras capaz de recordar el dibujo exacto que hacían mis lunares.
Te dejé solo,
pensando en si todavía tendría las uñas de los pies pintadas del mismo color o si por las noches aún bailaba tangos con tu sombra cuando terminaba de contar.
Eso yo no lo sabría,
pero volví a la mesa,
cogí mi servilleta
y devoré sin miramientos el postre de incertidumbre con arándanos y chocolate
al no saber descifrar en tu mirada si el postre se alargaría hasta el alba
a base de besos con sabor a mermelada
o me quedaría sola a las 3 de la mañana.

No sabía leer las contradicciones,
no sabía quién pagaría la cuenta.

Sólo derramé el vino de tu copa sin querer…
para dejar marca en tu ropa.
Sólo estaban mis impulsos
y los tuyos,
y al no saber cuándo encontrarse
reservaron mesa para el día siguiente.

Habría luna llena
y olerían como siempre.