viernes, 18 de julio de 2008
Diez-y-siete
viernes, 11 de julio de 2008
miércoles, 9 de julio de 2008
martes, 8 de julio de 2008
Número III
Y convenció a un dudoso inseguro de que había sido por cualquier otra cosa. La anarquía del silencio se instauró entre los dos, hasta que por la tarde traté de poner el Sol en el día y la Luna en la noche. Egoístamente, exigí cosas que no se deben, formulé preguntas que no se pueden responder, y comprometí la amistad que acababa de surgir.
Cuando llegué a casa me di cuenta de lo que había hecho, y escribí a la atención de la convocatoria de gracia pidiendo perdón por el ego malgastado. Y proponiendo un Laissez-faire que puede que no acabe como yo quisiera, lo prefiero a perder piedras preciosas por valor de un beso más. He intentado vivir con agujeros en los bolsillos y sólo he conseguido muerte y mentiras. No puedo cambiar.
Y ahora está ya todo perdido.
Número II
Número I
Mi mejilla saboreó la dulzura de unos besos que parecían caídos del mismísimo cielo. Mi piel escuchaba a esos labios que la recorrían, y preveía sus movimientos. La sinestesia me agudizó el tacto y un frasco de sentimientos pareció derramarse en el interior de mis venas. ¿Cómo era posible que esos labios fueran capaces de hacerme ver cuando cerraba los ojos? La hidratación elevada a la máxima potencia. Adivinó el camino hacia mi boca palpando el recorrido con pequeños saltos. Mi cuerpo se estremecía con cada impulso que daban esos carnosos trozos de panacea. Humedecí mis labios, asustados por lo que estaba ocurriendo en la mejilla, cerré los ojos y busqué el lugar de donde venía la respiración que notaba en mi pelo. Me fundí exhalando el suspiro que contenía la última dosis de aire de fuera del paraíso. Mis manos se unieron a su cabello y juguetearon con sus rizos mientras la respiración se hacía cada vez más lenta y los párpados parecían más pesados. Su lengua dibujaba figuras en mi boca, buscaba la salida y volvía a entrar de nuevo invitada por la mía. Sus labios comenzaron a separarse, haciendo primero ventosa en la comisura superior de mi boca , separándose después con el clásico trío de fin de beso, bis y tímida despedida.
domingo, 6 de julio de 2008
Ingravidez
Vivir con gravedad... y sentir el vacío.
Hay preguntas que no deberian preguntarse porque son imposibles de responder. ¿Por que entonces tengo que hacerlas?
Estoy atado a mis palabras.
Y a mis oidos.
Y a mis labios.
Mis pies y manos solo quieren correr hacia un lugar.
Pero van ciegos.
Una y otra vez:
¿qué hice bien y qué hice mal?
Ojalá la cabeza sirviese solo para peinarse.