miércoles, 16 de abril de 2008

Metales nobles

Qué puro tu amor sobre la mesa,
como un ídolo rojo
tibio y firme entre mis manos.

Qué oscura tu voz entre las rocas
cuando a ráfagas de luna
me hablas desmayada.

Qué felicidad de ser dos vagabundos
sin tener que darse citas previas,
sin saber leer los mapas
ni doblarlos.


Y lo inhóspita que es a veces la memoria
cuando tiene que olvidar las cosas por las malas.

2 comentarios:

Laura dijo...

Pero muy muy inhóspita.
Quizá si sigo sin peinarme alcance a parecer uno de tus vagabundos, sin saber leer un mapa pero con buena compañía para viajar...

Ibar dijo...

Muy bueno.